Hay diferentes emociones que nos pueden resultar profundamente desagradables. Emociones que parece que nos impiden conseguir nuestros objetivos y continuar con nuestro camino. Algunas de éstas, como la tristeza o la ira, se concentran en torno al sentimiento de la frustración.
La frustración es un sentimiento de decepción y desilusión que se produce al no conseguir algo que se necesita o desea. Así, es más que lógico no conseguir todo lo que se quiere, nadie lo consigue. Sin embargo, es algo que cuesta tolerar ya que, al fin y al cabo, la frustración nos indica que algo no ha salido como deseábamos, y esto no dice nada positivo de nosotros y aparecen pensamientos del tipo “soy un desastre” “tendría que haberlo conseguido”…
Por otra parte, esto no tiene por qué significar que haya que abandonar el proyecto u objetivo que nos habíamos propuesto. Aprender a lidiar con la frustración es uno de los retos a los que hacer frente desde pequeños. Es más, es fundamental aprenderlo desde niño, puesto que las consecuencias en adultos pueden ser notables.
En este artículo nos queremos centrar en este aspecto. Nos gustaría ofreceros una serie de consejos para poder gestionar la frustración y que pueden ser útiles, tanto a niños como adultos.
Técnicas para enseñar a tolerar la Frustración en Niños
Enseñar a tolerar la frustración ayudará a los más pequeños a afrontar ciertas dificultades y a ser más perseverantes para conseguir los objetivos. ¿Y cómo hacerlo? Aquí, te damos algunas claves en la educación de los más pequeños y pequeñas.
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Ayudar a identificar las emociones
Uno de los problemas que tienen los niños y niñas, al frustrarse, es que no entienden lo que les pasa o no lo identifican. Por eso, ante los primeros síntomas de frustración, es necesario hacérselo ver y explicarle bien lo que sucede (por ejemplo, podríamos decirle “lo que te ocurre es que, como no has podido lograr X, ahora te estás sintiendo enfadado/frustrado, y eso está bien”).
Marcar un límite y respetarlo
Muchas veces, el problema radica en las dificultades de los padres para establecer unos límites antes las exigencias de sus hijos. Por un lado, no hay que darles todo lo que pidan, sino que puede ser muy positivo que asuman un “no” por respuesta en determinadas ocasiones.
Enseñar a ser más independientes
Ante la solicitud de ayuda, muchos padres pueden caer en la tentación de resolver el problema directamente y no en proporcionar herramientas para que el niño las resuelva por sí mismo. Se les debe orientar y apoyar para que puedan desarrollar herramientas por sí solos. De la misma forma, es una buena estrategia para que el niño comprenda cuando debe de pedir ayuda y de cuando no.
Trazar objetivos
Desde pequeños, es conveniente que comprendan pequeños retos u objetivos. Objetivos que sean realizables y que supongan un relativo esfuerzo, pero no que le suponga una gran exigencia para conseguirlo por sus medios.
Enseñar a ser constante
En la consecución de estos objetivos, es importante que, cuando aparezca la frustración, tu hijo lo vea como una fase más para aprender a hacerlo bien. Valores como el esfuerzo y la constancia en este tipo de acciones le serán de gran ayuda.
La Frustración en Adultos y cómo afrontarla
Cuando somos adultos, la frustración puede estar presente en muchas ocasiones. Obviamente, las personas mayores también pueden aprender a gestionar la frustración, aunque no sea igual que en un niño.
Esto se da en personas que son muy exigentes y perfeccionistas, aunque nadie está libre de padecer episodios de frustración. ¿Qué consejos dar ante una persona adulta que siente frustración? ¡Lo vemos a continuación!
Tiempo para pensar
Aprender a controlar el primer impulso al sentirse frustrado es fundamental. Respirara profundamente antes de tomar ninguna acción y deja que las emociones fluyan y se vayan apagando antes de hacer nada.
Identificación de emociones y pensamientos
Relacionado con el punto anterior, al igual que con los pequeños, es clave identificar las emociones y pensamientos negativos que te inundan. Recaba la información sobre ello y fíjate en aspectos como el sentimiento de culpa o qué podría estar influyendo en la frustración.
Aceptación
No podemos controlarlo todo durante todo el tiempo, así de sencillo. Por lo tanto, es necesario asumir y aceptar que hay ciertos factores externos que nos pueden afectar y que pueden suponer un obstáculo entre nosotros y nuestro objetivo, sea del tipo que sea.
Rebaja de expectativas
Es recomendable ser realista y plantear objetivos alcanzables para así evitar la frustración. Comienza con pequeños objetivos cuando tengas un proyecto entre manos y cuya consecución sería “el objetivo final”.
Es necesario también relativizar en cada punto la gravedad en caso de no cumplir dicho objetivo y ver la gravedad de no alcanzarlo, así como ser positivo y ver qué se ha aprendido.
Siguiendo todo estos consejos, probablemente comiences a tolerar de mejor forma la frustración, consiguiendo que ese sentimiento tan desagradable aparezca en menos ocasiones.