Existe un camino que va desde “DECIR que ningún menor debería beber alcohol” hasta “HACER que ningún menor beba alcohol”. Sed bienvenidos al TRECHO, el camino donde las cosas se empiezan a hacer. #MeVoyAlTrecho #AlcoholYMenores
“Me voy al trecho” es una campaña contra el consumo de alcohol en menores impulsada en 2018 por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). “El objetivo es propiciar la reflexión acerca de la responsabilidad individual y colectiva que todos tenemos ante la necesidad de prevenir y ocuparnos colectivamente de los problemas relacionados con los consumos de alcohol en menores: déficits de desarrollo, absentismo escolar, violencia entre iguales, accidentes, etc. En definitiva se trata de que todos, individual y colectivamente, nos planteemos qué podemos hacer para paliar los efectos de este tipo de conducta de riesgo de los más jóvenes.”
¿Por qué esta campaña?
El consumo de drogas en la población adolescente continúa dándose a una edad temprana (12-13 años aproximadamente). Entre las drogas más consumidas encontramos el alcohol, tabaco, cannabis y cocaína.
Desde los años 90 este perfil de consumo adolescente se ha ido consolidando dentro del proceso de socialización e integración en el grupo de iguales. De forma que el consumo recreativo en los adolescentes es una de las principales medidas a analizar y prevenir por el conjunto de la sociedad.
¿Qué efectos tiene el consumo de drogas en el cerebro adolescente?
La etapa de la adolescencia es un período en el que el cerebro continúa en desarrollo y formación. Se trata de un momento de maduración cerebral para algunas regiones importantes del cerebro, en el que se producen tanto transformaciones regresivas de pérdida de conexiones cerebrales (sinapsis) como progresivas, con formación y fortalecimiento de sinapsis. Estos cambios son importantes y decisivos para el posterior desarrollo cerebral y comportamental en la vida adulta.
Las regiones que se encuentran en el período de maduración cerebral son una diana para los efectos del consumo temprano de sustancias como el alcohol. Una de estas regiones es la corteza prefrontal, la cual se encarga de funciones cognitivas como la planificación, control comportamental, toma de decisiones, procesos de atención y memoria de trabajo. De forma que el consumo abusivo de alcohol implica una reducción del volumen de la corteza prefrontal dificultando el desarrollo adecuado de sus funciones en el cerebro del adolescente.
Otra de las áreas en proceso de maduración es el hipocampo, estructura implicada en la formación de nuevas memorias y en el mantenimiento de representaciones del entorno espacial. Por lo que el consumo abusivo de alcohol también repercute en esta región, creando dificultades en la capacidad de memorización del adolescente.
¿Cuáles son los factores de riesgo en el consumo de drogas por parte de los adolescentes? ¿Por qué hay personas más vulnerables?
La adicción a una o varias sustancias no está determinada por una única causa, sino que son diversos factores los que pueden influir en el inicio y continuación del consumo adolescente. Factores como los personales (características de personalidad), del contexto social (familiares, social-demográfico) y de la sustancia (características de la sustancia).
La adicción a una o varias sustancias no está determinada por una única causa, sino que son diversos factores los que pueden influir en el inicio y continuación del consumo adolescente. Factores como los personales (características de personalidad), del contexto social (familiares, social-demográfico) y de la sustancia (características de la sustancia).
Respecto a los factores personales encontramos que los rasgos de personalidad y el temperamento (baja autoestima, introversión, inestabilidad emocional) predisponen a un adolescente a iniciar un consumo de drogas. En relación a los factores familiares encontramos un exceso o escaso control por parte de los padres hacia sus hijos, situaciones conflictivas, divorcios complicados, ambiente familiar desadaptativo (falta de afecto, agresividad, indiferencia), consumo en las figuras paternas, entre otros. Como factores sociodemográficos se encuentra el entorno residencial en el que habita el adolescente (barrio marginal, clase social alta), estilo educativo (padres-profesores-sociedad). Y, finalmente, las características de la sustancia que guarda relación con las consecuencias positivas conseguidas a corto plazo tras su consumo (desinhibición social, relajación, desestresante).
¿Qué hay detrás de un consumo de drogas?
Al margen de los factores mencionados con anterioridad y de que la accesibilidad a ellas es fácil en nuestra sociedad actual, hay diversos motivos para iniciar el consumo por parte del adolescente.
En primer lugar, la adolescencia es un período de experimentación en el que surge la necesidad de probar y experimentar nuevas cosas y sensaciones. Una de las razones fisiológicas por las que el adolescente siente ese deseo de experimentar es porque sus niveles de dopamina son más bajos que en otras etapas. La dopamina es un neurotransmisor relacionado con la gratificación, el refuerzo y el placer. En la etapa adolescente los niveles normativos de dopamina son más bajos y los picos más altos de lo normal. Por ello el adolescente se suele aburrir más cuando no hace cosas que le estimulan y suele activarse más cuando realizan actividades gratificantes. Por lo que los niveles de dopamina y la experimentación hacen que la adolescencia sea una etapa crítica para el inicio en el consumo de drogas.
En segundo lugar, otro de los motivos es la implicación social, ya que ésta es una de las características más importantes en esta etapa. El adolescente comienza a desvincularse de sus padres para vincularse más con su grupo de iguales. Es decir, una de las características de la adolescencia es la necesidad de formar parte del tejido social, es fundamental encajar y sentirse aceptado. De forma que la influencia del grupo de amigos es mayor en relación al consumo.
En tercer y último lugar, algunos adolescentes consumen drogas para compensar un problema mental , situación dolorosa y/o carencia afectiva. Por ejemplo, un joven con ansiedad social mitiga sus síntomas y se desinhibe a través del alcohol. De forma que el problema surge cuando el uso de las drogas no es por prescripción médica, con un control, sino por automedicación, siendo mayor el riesgo de llegar a una adicción.
¿Por qué PREVENIR y NO prohibir el consumo de alcohol?
La prohibición de cualquier comportamiento es contraproducente, ya que se obtiene el resultado opuesto. Al prohibir puede darse el efecto rebote, lo que conlleva que además de volver a realizar la acción prohibida, ésta se acentúe. De forma que lo importante es prevenir.
Prevenir, según la Real Academia Española consiste en “prever, ver, conocer de antemano o con anticipación un daño o perjuicio”. La prevención en el consumo de sustancias ha de iniciarse previamente a la adolescencia, siendo el objetivo aprender a convivir adecuadamente con ellas y adquirir la capacidad de protegernos de sus riesgos.
¿Cómo se consigue esto? Cómo hablar del consumo de drogas con tus hijos.
El primer paso es informar adecuadamente, sin exageraciones ni falsos mitos, de los tipos de drogas, sus peligros y consecuencias, tanto en casa como en el colegio. Por ejemplo, introduciendo el tema a través de una noticia que ha aparecido en televisión.
Pero… si hablo a mi hijo de las drogas ¿no le estoy incitando? No, hablar de ello no es incitar al consumo ni despertar curiosidad. Como bien hemos comentado, las drogas son conocidas y accesibles en la sociedad, de forma que en la experimentación de la adolescencia va a surgir la curiosidad. Si no hablamos sobre ello previamente se corre el riesgo de que el adolescente busque información por sí mismo a través de Internet, otras personas y situaciones menos “seguras”.
Al mismo tiempo y de forma progresiva se ha de favorecer el conocimiento y pensamiento crítico con el fin de que aprendan a reflexionar, ya que el miedo e imposición (“no porque no”) son contraproducentes. Se ha de estar dispuesto a discutir, negociar y pactar límites y normas, siendo cercano y firme sin llegar a la total permisibilidad o severidad. Es importante conectar con ellos para poder entenderles, saber qué piensan y sienten, para hacer que el establecimiento de normas ayude a conseguir un orden interno y familiar.
La preparación, afecto, información y educación en valores, ayuda a fortalecer sus recursos para poder experimentar y conocer los límites. La libertad que progresivamente se adquiere en la adolescencia puede vivirse de forma desenfrenada si anteriormente no ha habido un trabajo previo en casa y en el colegio. Además, no poseen la percepción de riesgo y no son conscientes de las consecuencias a largo plazo si no se les enseña a pensar en ellas.
Se ha de evitar interrogar y exigir, ya que se va a sentir atacado y se va a “cerrar en banda”. Es mejor hacerles partícipes de la conversación y pedirles su opinión. Tampoco hay que culpabilizar ni enjuiciar, sino centrarse en aportar información, recursos, valores y actitudes positivas hacia la salud, ayudando a construir una personalidad solvente, capaz de adquirir responsabilidad, libre de presiones sociales y elaborando una buena autoestima. La cercanía, el respeto a su intimidad y la confianza en ellos harán que se sienta seguro de sí mismo y disminuirá la necesidad de buscar refugio en el consumo, evadirse o aislarse de la realidad, pudiendo hacer un consumo exploratorio.
Finalmente, es importante escucharles y descubrir qué cosas le gustan y le hacen sentir bien, para reforzarlas y animarle a hacerlas. El centrarse en lo que te gusta y te llena hace que se obtenga una gratificación, aumenta el nivel de dopamina, lo que reduce la probabilidad del consumo.
Fuente: Psicocode
M. Isabel Abenia Abenia
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