A lo largo de la vida, surgen innumerables escollos. Es algo natural y que hay que ir superando. Por desgracia, hay adversidades que nos atrapan y no nos permiten seguir. Para poder afrontar estas situaciones con garantía, es necesario estar preparado y desarrollar diferentes capacidades, como la que ocupa nuestro post de hoy: la resiliencia.

La resiliencia es precisamente la capacidad para adaptarse ante los obstáculos que se nos presentan en la vida, centrándose en la reparación emocional tras cada uno de estos episodios. Un claro ejemplo de ello es la superación del duelo ante la pérdida de un ser querido, un despido o una ruptura.

En definitiva, se trata de la capacidad para adaptarse a esos momentos de incertidumbre que pueden generar un evidente daño psicológico en las personas y conseguir reponerse con éxito.

¿De dónde viene el término? Pues bien, proviene del campo de la física. La resiliencia es la capacidad que tiene un material que ha sufrido una deformación para volver a su estado original.

Pilares para desarrollar la Resiliencia

Desarrollar la resiliencia no es, ni mucho menos, una cosa fácil.  Es necesario trabajar en diferentes aspectos para poder evolucionar y seguir adelante. A continuación, señalamos algunas de las claves para desarrollarla.

Inteligencia Emocional

Se podría decir que la inteligencia emocional es el pilar fundamental en la salud mental. Es la llave para entender nuestras emociones y gestionarlas de forma adecuada. Si bien es cierto que la inteligencia emocional queda constituida por 5 elementos y todos son muy importantes, en el caso que nos atañe es necesario centrarse en 3 de ellos.

El primero de ellos es el autoconocimiento emocional. Es clave que,antes de sufrir un duro revés, conozcamos nuestras emociones y en qué forma nos puede afectar, creando respuestas automáticas de comportamiento.

Tras ello, se encuentra la regulación emocional, la cual nos permite identificar mejor nuestras emociones y su tiempo de duración. De esta manera, se consigue aprovechar las emociones positivas para hacer frente a sensaciones menos agradables.

Por último, es necesario mencionar la motivación. Mediante la inteligencia emocional, se consigue reorientar dichas emociones y orientarlas a objetivos concretos.

Por otra parte, el control y gestión de las emociones es fundamental para adquirir una mayor autoestima y confianza en uno mismo.

Apoyo en Amistades y Familia

Salir “del pozo” solo no es nada fácil. Por eso, la resiliencia no debería de considerarse como la capacidad única que tiene una persona. Se necesita el apoyo de familiares o amigos para poder seguir adelante.

Es importante, en este sentido, de saber rodearse de buenos amigos. En la medida de lo posible, hay que evitar, en los momentos más duros, estar con aquellas personas que puedan considerarse más “negativas” debido a que su actitud puede ser un peso más para superar la situación.

Asimilación y Aceptación

Seguro que, si has leído sobre las etapas de duelo, este concepto te suena, ¿verdad? Es una fase en la que se termina por asumir la vida como lo que es, un conjunto de experiencias positivas y negativas, siendo consciente de que no se puede evitar ciertas situaciones que no se pueden controlar.

Es un paso más para entender que las situaciones adversas no se combaten o luchan, se afrontan, ¡que no es lo mismo! Estamos hablando de ser comprensivos y tolerantes ante lo que nos ofrece la vida, para bien o para mal. De integrar aquellas situaciones negativas, asumirlas y adaptarse.

¡Ojo! Esto no significa que simplemente nos mantengamos impasibles ante cualquier situación adversa y resignarse. Simplemente, es saber que hay veces que nos encontraremos con situaciones difíciles y que buscaremos una solución para llevarlo de la mejor manera posible.

Practicar la resiliencia es haber aprendido a adaptarse a la vida.

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