Como padres no tenemos que saberlo todo, ni ser capaces de resolver
todos los problemas de nuestros hijos. Cuando creamos que nuestro hijo
presenta un problema que le afecta a su estado de ánimo, su
comportamiento, su relación con los demás, a su proceso de aprendizaje, y
que toda la vida cotidiana de la familia se ve afectada, lo mejor es
acudir a un profesional y no dejarse llevar por consejos, de gente no
profesional, que más que ayudar pueden perjudicar a nuestro hijo. Ya que
los primeros años de vida de nuestro hijo son los más importantes, y
los que marcaran todo su futuro y cuanto antes resolvamos los problemas
que le van surgiendo, mejor será su evolución posterior. Muchos de los
problemas suelen desaparecer con el tiempo porque son propios de la
edad, pero es necesario hacer un buen diagnóstico para descartar
problemas graves, o para detectar síntomas que si se dejan pasar pueden
llegar a convertirse en problemas graves.