Sabemos que se acercan fechas que animan o nos llevan a hacer balance y a plantearnos nuevos propósitos después de un año inédito para el conjunto de la humanidad. Es un momento en el que muchas personas se marcan objetivos o metas para iniciar con el comienzo de un nuevo año.
Durante este año 2020, la experiencia de que la vida nos lleva no ha sido sólo una sensación subjetiva sino que, durante algunos meses, hemos tenido que dejar que así fuera. Si bien es cierto que, especialmente en los problemas psicológicos, el sufrimiento emocional de la persona controla su agenda diaria y con frecuencia la lleva en una dirección alejada de lo que le gustaría o da sentido a su vida.
El sufrimiento emocional controla la agenda diaria de la persona y con frecuencia la lleva en una dirección alejada de lo que le gustaría o da sentido a su vida.
Más allá de esto, fijarse nuevos propósitos -cargados de buenas intenciones- puede convertirse en un hábito que aporte cierta calma y sentido de la responsabilidad a corto plazo, aunque en ocasiones con poco resultado real a medio y largo plazo. Propósitos como dejar de fumar, hacer más deporte, cuidarse más, etcétera son un clásico en estas fechas. Antes de embarcarte en esta dinámica de establecer nuevos propósitos para el 2021, ten en cuenta que:
- En ocasiones, no hemos terminado proyectos previos y ya estamos pensando o iniciando otros.
Aunque a veces las circunstancias nos obliguen a comenzar determinados proyectos sin terminar otros; en otras ocasiones, sí que somos partícipes activos – y por tanto responsables directos- de embarcarnos en este proceso acelerado, que puede no dar pie a recoger los frutos de lo cultivado, a aprender de lo errado o a dar continuidad a los buenos resultados.
Si tienes un momento, párate a pensar en tus proyectos personales y profesionales, ¿cuáles son? ¿en qué punto están? ¿qué ha salido bien? ¿qué no ha salido cómo te gustaría o como debía salir? ¿qué querrías dejar o continuar? y ahora sí, ¿qué te gustaría iniciar o comenzar?
- En otras ocasiones, no hemos digerido e integrado cómo hemos estado y ya queremos continuar o comenzar con ganas, fuerzas y motivación.
A veces, estamos tan centrados en lo que hacemos -o queremos hacer- o en nuestras preocupaciones que nos olvidamos de sentir. Hacer un balance de cómo hemos estado, este año más que nunca, es una herramienta fundamental para nuestro bienestar psicológico. Pregúntate ¿cómo estuve este año emocionalmente? ¿qué ha sido lo más duro? ¿qué ha sido lo más bonito? ¿qué aprendí de todo ello?
Tendemos a querer olvidar lo negativo, normalmente el sufrimiento; por ello, a veces nos involucramos en una dinámica de hacer “borrón y cuenta nueva” obviando que todas las vivencias quedan registradas en nuestra memoria y que por lo tanto nos van a influir en cómo estamos, pensamos y actuamos.
Todas las vivencias quedan registradas en nuestra memoria y nos van a influir en cómo estamos, pensamos y actuamos.
A la par de caer en esta tendencia, queremos estar con ganas, ilusión, fuerzas, motivación para afrontar y disfrutar de lo siguiente que está por venir. Pero, no podemos estar lo suficientemente bien sin haber trabajado lo que nos ha hecho estar mal.
Por supuesto, podemos ayudarte con todo ello, apostar por tu salud psicológica es siempre un acierto. Y, quizás, tras lo acontecido de este año tus metas tiendan a ser diferentes y valores mucho más lo que es realmente importante.