La sociedad aprende y se desarrolla bajo un estilo de enseñanza tradicional, guiado por el control y autoridad-permisividad, algo que la evidencia científica ha desechado. Es la Disciplina Positiva la que ejerce un cambio en el camino del aprendizaje y desarrollo infantil usando una nueva metodología que permita a los niños/as adquirir habilidades socioemocionales, resolutivas y de autoconocimiento; características como la responsabilidad, respeto y competencia; un nivel de autoestima y desarrollo sano.
Los primeros años de vida son fundamentales y generan una impronta en el consiguiente desarrollo como ser humano. La disciplina positiva pone el foco sobre uno mismo en proyección hacia el niño/a. Se pretende que tú como persona puedas conectar y ponerte al nivel del niño/a, sin centrarnos en la conducta sino en lo que subyace a ésta, mirar hacia el interior. Tú como persona que tiene momentos de frustración, miedo, dudas, inseguridad.. puedes aprender a regularte y a conectar con el niño/a para focalizarte en evitar luchas de poder; ver el mal comportamiento como una oportunidad para enseñar una disciplina no-punitiva; inculcar valiosas habilidades sociales y de vida.
Para ello, la disciplina positiva se cimienta en estos principios:
● Conexión antes que corrección
● Contribución (sentido de comunidad)
● Enseñanza a largo plazo
● Tomar tiempo para capacitarse
● Respeto mutuo y dignidad
● Amabilidad y firmeza
● Enfocarse en las soluciones
● Preguntas de curiosidad, exploración
● Aliento en lugar de elogio
● Crear rutinas
● Escucha activa y reflexiva
La disciplina positiva parece simple e intuitiva, pudiendo llegar a pensar «Claro, es de sentido común». Sin embargo, requiere tiempo y práctica, ya que es con los años de vida cuando se va interiorizando y consolidando como una habilidad y actitud valiosa. Se trata de un cambio costoso y complicado en el que ya he decidido adentrarme… y tú?
«Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo», Benjamin Franklin.