Ya estamos en Navidad, creyentes o no, nos encontramos en la época del año en la que más celebraciones asistimos, ya sean familiares, con amigos, con los compañeros de trabajo, con la gente del gimnasio…. En la historia de la humanidad, y en todas las culturas, el acto de celebrar tiene una función social en la cual, los miembros de un colectivo se reúnen para estrechar sus lazos afectivos. Esto responde a la necesidad humana de compartir las emociones positivas, como la alegría, con los otros. Sin embargo, cada vez hay más personas que viven estos encuentros con malestar. Los viven desde el agobio del compromiso, y no desde la alegría de compartir lo positivo. Visto de esta manera, el sentido de la celebración se pierde.
¿Qué podemos hacer para recuperar el placer de reunirnos y de celebrar?
Nuestra actitud es fundamental, una actitud positiva te ayudará a fijarte en los aspectos positivos y no sólo en los negativos de la celebración:
Antes de la reunión, puedes reflexionar acerca de las motivaciones que te mueven para asistir: no es lo mismo pensar en » voy para que mi madre no se lleve un disgusto si no acudo», que pensar «voy para ver a mis sobrinos pequeños y compartir su alegría por la navidad». En base a esto, puedes marcarte objetivos placenteros y de disfrute para la velada.
Puedes visualizarte a ti mismo cumpliendo tu objetivo de disfrute: fíjate en la imagen, lo que oyes y hueles, los sabores… Fíjate en las sensaciones y emociones que notas en tu cuerpo cuando piensas en positivo.
Antes de acudir, también puedes pensar durante unos minutos en las personas que vas a encontrarte. Piensa algo positivo de cada una de ellas y fíjate en lo que sientes y en que parte de tu cuerpo lo sientes. Respíralo profundamente.
Durante la reunión, evita los temas de conversación que pueden resultar conflictivos como son la política, la religión, los deportes…
Se consciente en cada momento de lo que ocurre, y decide fijarte en lo positivo, dejando para otro momento los asuntos no resueltos con alguno de los miembros de la reunión.
Frente a un comentario negativo, escúchalo, aunque no estés de acuerdo, piensa que es sólo un comentario. Decide hablar de ello en otro momento y vuelve a centrarte en lo positivo que te rodee.
Si sientes tensión, puedes respirar profundamente y preguntarte sobre «¿cómo puedo disfrutar aquí y ahora?»
Carmen Trasobares