Las relaciones de pareja pueden ser una gran fuente de amor y bienestar, si bien en ocasiones la pareja se ve abocada a manejar eventos que ponen en juego la conexión e incluso el bienestar individual.
Las parejas son un equipo que intercambia de forma recíproca amor y admiración; pero también requieren de adaptaciones mutuas para construir un espacio compartido donde se vuelcan muchas emociones, sueños, deseos y proyectos a corto, medio y largo plazo.
Hay muchos factores que juegan un papel importante en cómo va a ir la relación de pareja; desde factores personales como el estilo de apego, la personalidad, capacidad de acudir y responder a la intimidad de cada uno, hasta factores de la propia relación (es decir, dependerá de cómo se ensamblan las variables individuales) y otras variables externas como las circunstancias en las que se inicia el vínculo, la distancia, cuestiones laborales, etcétera.
Es posible decir que, un gran porcentaje de las parejas puede iniciar y mantener una relación sin grandes dificultades; un pequeño porcentaje de las parejas podrá iniciar la relación sin dificultades, pero necesitará ayuda para mantenerla de forma saludable y otro pequeño porcentaje iniciará la relación ya con dificultades y la ayuda que precisa podría no ser suficiente para mantener el vínculo ya que éste sería dañino para un miembro o para ambos.
En cualquier caso, hay algunos indicadores que pueden ayudarnos a entender si la relación podrá ser saludable en el tiempo -necesitemos ayuda o no- o si, por el contrario, se trata de un vínculo que no será sano, ante lo cual habría que dar el paso de poner fin.
¿Cuáles son los principales motivos que nos llevan a la ruptura?
Según diferentes estudios y encuestas, las razones más frecuentes e importantes por las que las parejas rompen son:
1. Falta de comunicación: llevando a la pareja a malentendidos, conflictos y resentimientos.
2. Infidelidad: es sin duda un factor determinante.
3. Incompatibilidad: por diferencias irreconciliables en intereses, valores o metas.
4. Problemas económicos: debido a dificultades financieras o discrepancias en el manejo del dinero.
5. Falta de compromiso: especialmente cuando se percibe de un miembro que no invierte suficiente en la relación.
6. Abuso físico, emocional o verbal: esto es, agresiones físicas o verbales, así como manipulación y chantaje emocional.
7. Desigualdad en la relación: en términos de poder, responsabilidad o toma de decisiones.
8. Falta de intimidad: física, emocional o sexual que puede erosionar el vínculo.
9. Expectativas no realistas: sobre el/la compañero/a que generan una gran desilusión y posterior ruptura.
Más allá de las razones, superar una ruptura implica analizar las causas de esta y qué es lo que estamos haciendo, pensando y sintiendo con relación a la ruptura.
¿Cómo superar una ruptura?
Lo primero que hay que notar es que se trata de una pérdida, luego estamos ante un duelo en el que necesitaremos tiempo, auto-cuidado y apoyo para ir superando los diferentes momentos y emociones que nos vengan.
Es normal sentir dolor que puede ser de incomprensión, rabia, tristeza o miedo; también es posible que pensemos sobre lo que ha pasado, si se podría haber cambiado algo de lo sucedido, de lo que hemos hecho o ha hecho nuestra expareja, siendo algo natural -ya que intentamos dar sentido y organizar lo ocurrido- pero a lo que no hay que aferrarse de forma constante ya que podría interferir en reconstruir nuestra vida y rutina asumiendo que la pareja ya no está.
Además, podemos notar emociones más reactivas como rabia o ira que debemos ir regulando para dar espacio a las emociones más vulnerables como el miedo, la tristeza o el vacío; pues el propósito es avanzar y transitar desde ellas hasta una aceptación y aprendizaje.
La manera en que llevamos y superamos una ruptura depende en parte de nuestra autoestima y de cómo ha sido la relación.
La forma en que nos vemos a nosotros mismos puede influir en cómo afrontamos la ruptura pues no es lo mismo partir de una percepción de nosotros como que somos válidos o queribles, que pensar y sentir que hay algo malo en nosotros y que no somos dignos de recibir amor.
Pero el cómo llevarlo también depende de cómo fue la relación, de los motivos por los que se rompe y de cómo se realizó en sí la ruptura.
En cualquier caso, superar una ruptura implica hacer un equilibrio entre dejarse sentir el dolor, los recuerdos, el anhelo y cualquier otra emoción mientras nos involucramos en una vida que ha cambiado pero que incluye actividades que nos hacen sentir bien, la búsqueda de apoyo familiar, social e incluso psicológico y en la que podremos ir aceptando lo que pasó sin tanto sufrimiento y haciendo algún aprendizaje sobre nosotros o las relaciones de pareja.
Como sabemos, las infidelidades son una causa de ruptura, pero no siempre la provocan. Hay parejas que pueden superarla.
¿Qué hace que seamos infieles?
Aunque la infidelidad hay que analizarla en cada caso, sabemos que hay algunas razones por las cuales ocurre:
1. Insatisfacción en la relación: proveniente de alguna necesidad o necesidades emocionales o físicas no satisfechas y sobre las cuales no se trabaja.
2. Falta de conexión emocional.
3. Problemas de comunicación.
4. Oportunidad y tentación: la disponibilidad de oportunidades y la exposición recurrente a situaciones tentadoras.
5. Variables personales y psicológicas: como la búsqueda de validación externa, la baja autoestima o la personalidad narcisista.
6. Insatisfacción o discrepancias de deseo sexual: derivada de una vida sexual monótona o aburrida o de grandes diferencias en el deseo sexual.
7. Venganza o resentimiento: como respuesta a una traición percibida.
8. Influencias sociales y culturales: algunas culturas y sociedades pueden jugar un papel importante en la probabilidad de cometer una infidelidad.
9. Oportunidades de conexión vía online: las redes sociales y aplicaciones de cita podrían haber aumentado las posibilidades de infidelidad.
¿Cómo superar las infidelidades?
La infidelidad o infidelidades suponen un engaño y una erosión en la honestidad y confianza.
Existen numerosas razones por las cuales se sabe que es mejor comunicar la infidelidad aún con el riesgo que ello conlleve. Puesto que, se haya descubierto o no, la parte que ha sido infiel ha roto parte del compromiso y la parte engañada ha podido percibir la falta de este, ocasionándole malestar y dudas en cuanto a la veracidad de sus percepciones.
Entendiendo que la infidelidad es un evento que rompe la seguridad y la confianza en la relación de pareja, es fácil comprender que supone una experiencia tremendamente dolorosa.
La infidelidad en la relación de pareja debe ser analizada y entendida como un “síntoma”, es decir, como una señal de que algo estaba pasando.
Comprender -que no justificar- cómo estaba la relación en el momento de la infidelidad y, en particular cómo estaba cada miembro será una tarea imprescindible.
Tanto la parte engañada como la parte infiel estarán lidiando con emociones difíciles como la ira, la rabia, el miedo, la culpa, … Pero es posible recomponerse y reparar esta herida. Porque sí, la infidelidad es una herida de apego.
Cada pareja puede afrontar esta experiencia de maneras variopintas, si bien se considera importante realizar algunas tareas. Por ejemplo:
• Que la pareja pueda hablar de lo sucedido y de cuánto y cómo les está impactando: no se trata tanto de desvelar absolutamente todo tipo de detalles, pero sí de revelar qué pasó, cuándo o con quién.
• También que la parte que fue infiel pueda empatizar con y reparar el daño causado: es decir, se trata de que pueda escuchar con disposición a entender y acoger todo el dolor que causó así como trasladar una comprensión desde el perdón y la reparación por lo que hizo.
• Adicionalmente, es recomendable trabajar en sí mismo/a para conocerse mejor y aprender de lo sucedido
• Y, por último, ayudar a la parte herida a transitar con su dolor, rebatir creencias erróneas sobre sí y sobre la infidelidad y permitirle el tiempo necesario para recuperar la confianza.
El camino de recomponerse de una infidelidad puede ser largo y difícil, si bien si la pareja logra recomponerse con empatía y compromiso en cuidar de la relación, podrá iniciar una nueva etapa en la que es posible que se sientan más seguros, conectados y resilientes.