La familia constituye uno de los núcleos más importantes para un individuo, ya que suponen un apoyo fundamental a diario. Una adecuada relación con otros miembros de la familia es indispensable para favorecer una buena salud mental.
Pero además, como es obvio, el hecho de convivir durante 24 horas del día y durante años y años puede hacer que surjan algunas tensiones. Por ello es habitual que aparezcan conflictos entre los miembros de una familia. A continuación hablaremos sobre algunos de estos conflictos.
Es cierto que muchas ocasiones estos problemas pueden resolverse de forma natural y amistosa. Sin embargo, en otras, los conflictos pueden ser muy difíciles de resolver, teniendo que acudir a especialistas. Recuerda que, en Centro Vitae, contamos con una amplia experiencia en terapia familiar, ¡consúltanos!
Principales conflictos que surgen dentro del seno familiar
A continuación vamos a repasar cuáles son los principales conflictos que pueden aparecer entre miembros de la familia, destacando los más relevantes.
Conflicto de Pareja
El núcleo familiar más tradicional surge de la unión de una pareja. Por eso, lo más lógico es que los mayores conflictos surjan precisamente en el epicentro de este núcleo familiar, dentro de la pareja.
Los conflictos en pareja se pueden deber a numerosos problemas de raíz, basados principalmente en la ausencia de comunicación.
Podemos encontrar numerosas señales de que la relación en pareja sufre. Por ejemplo, uno de los síntomas podría ser la aparición de continuas discusiones en la pareja. También puede ocurrir el hecho de “sentirse absorbido” por la otra persona, sentir una dependencia excesiva hacia tu pareja o por lo contrario un sentimiento de menosprecio e infravaloración.
Los posibles problemas de conciliación familiar y laboral también pueden suponer un importante conflicto de pareja, al igual que la gestión de problemas con otros componentes de la familia. Todo ello y mucho más lo abordamos en profundidad en un artículo, puedes leerlo aquí.
Conflicto entre Padres e Hijos
La relación entre padres e hijos es muy voluble con el tiempo, avanzando en función del estado de la crianza de los primeros años de vida de los hijos o su educación, hasta alcanzar la autonomía plena en la fase adulta.
Durante todas estas etapas que se van quemando pueden surgir tensiones que merecen una especial atención. Así, en los primeros años, durante la etapa infantil pueden surgir conflictos en torno a la orientación adecuada de los niños, así como la concesión paulatina de autonomía del niño.
Ahora bien, cuando se trata de conflictos con hijos, hay una etapa que sobresale con diferencia: la adolescencia. Los cambios hormonales y emocionales de los jóvenes afloran y los padres tienen que saber gestionarlo con mucha paciencia. Aquí, os hablamos sobre los diferentes problemas emocionales de la adolescencia.
Cuando los hijos llegan a la edad adulta y alcanzan la madurez, el tipo de conflictos que pueden surgir son diferentes. La relación pasa a ser “de igual a igual” y las tensiones pueden girar en torno a diferentes visiones de cómo afrontar la vida y de cómo organizarse.
Más aún, cuando los padres llegan a la tercera edad, pueden aparecer conflictos ante acontecimientos como la jubilación, así como la gestión de los problemas mentales y físicos.
Entre Hermanos
Si hablamos de una relación duradera en el seno familiar es la de los hermanos. Son los que más años conviven en toda su vida. Como es lógico, tanto tiempo de convivencia puede suponer que haya conflictos entre ellos aunque, por norma general, de producirse, son de menor intensidad que en una pareja o entre padres e hijos.
Debemos tener en cuenta que un hermano, si tiene una edad similar, puede tener las mismas vivencias y compartir absolutamente todo, pero contar con una personalidad distinta para gestionar emocionalmente esas vivencias o una posible rivalidad entre ellos puede ser el origen de conflicto. A una edad temprana, son conocidos los conflictos que giran por acaparar mayor atención de los padres y otros familiares. Los denominados “celos”.
También puede haber conflictos cuando cada uno de los hermanos se encuentra en una distinta fase de desarrollo o cuando consideran que no reciben un trato equitativo, por parte de los progenitores.
Cuando ya son adultos, los problemas que hay entre hermanos se suele centrar en problemas económicos. Sucede cuando hay problemas de liquidez o cuando no se creen justos ciertos repartos, como el de una herencia.
Podemos concluir, por tanto, con una reflexión: cada etapa de la vida conlleva nuevas adaptaciones y es posible que momentos difíciles acompañados de sufrimiento. Si esto genera a su vez tensiones en la familia, es el momento idóneo para solicitar ayuda profesional.